lunes, 5 de septiembre de 2011

La piel que habito, una delicia









Anoche fui a ver La piel que habito. Con Almodóvar no hay medias tintas: o lo adoras o lo detestas profundamente. Debo reconocer que yo no soy un incondicional de su cine: algunas de sus películas me han fascinado (¿Qué he hecho yo para merecer esto?, Volver, Hable con ella, Todo sobre mi madre) y otras me han irritado hasta el punto de verme obligado -por el bien de mi higiene mental- a abandonar la sala de cine (Los abrazos rotos, La mala educación, la flor de mi secreto). La piel que habito pertenece al primer grupo: es una película inquietante, con estilo, visualmente impecable, morbosa, perturbadora. El lucidísimo cerebro del manchego ha sabido crear una atmósfera tan original y atrayente que resulta comprensible que la película no haya gustado entre los críticos pedantes y trasnochados que tanto abundan, sobretodo en España. La película admite distintas interpretaciones. A mi me parece una interesante metáfora de la creación, la falta de libertad, la identidad simbolizada por la piel, la venganza y la vulnerabilidad. En definitiva, una auténtica delicia.

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